jueves, 22 de septiembre de 2011

EL DESAFIO DEL ARTISTA INDEPENDIENTE EN EL PERU

Por: Kenny Villar Azurin.

La valedera presencia de artistas plásticos que vienen desempeñándose independientemente en nuestro medio, reluce de una singular importancia que vale la pena analizarlos.

Existe una diversidad de factores que caracterizan su relevante presencia en el campo de la actividad cultural, presentes en diferentes circuitos públicos de nuestro país. Artistas cuyos proyectos muchas veces persiguen una utopía, relativas a denuncias políticas, la conservación de la ecología, la crisis socio cultural, apetencias subjetivas, la proposición de nuevos canales estéticos, etc. Proyectos reflexivos que se ajustan a la necesidad creativa y de coyuntura.

Artistas –activistas- que por lo general temen ser absorbidos por el mercado del arte y que han preferido el campo de la “informalidad” para efectuar sus propuestas estéticas; así se mantienen distantes frente al escenario y las políticas comerciales de las galerías de arte, las exigencias de un marchand, las condiciones de la crítica, y toda esa parafernalia mediática que gira en torno a la mitificación del llamado “artista contemporáneo”.

El rechazo hacia las recetas culturales convencionales y el reducido circuito cultural del medio es determinante para el artista independiente, allí donde el arte se encuentra orientado solo al beneficio de un pequeño sector social, que ha tomado la plástica como un símbolo determinante y preferencial en la afirmación de una posición y estatus social regulada por el mercado del arte. Pese a que esta conducta es bastante vieja, de ver el arte disminuida a la categoría de fetiche, acompañada de la irrazonable mitificación hacia el “artista”; los actores independientes han mantenido su percepción crítica.

Otro de los factores que demarca la posición del artista independiente, es la desarticulación que asume frente a la institucionalidad enfocada en la difusión y promoción del arte que regula la transitoriedad cultural de la sociedad.

La desconfianza del artista independiente hacia las instituciones culturales, se debe no solo debido a la inmadurez existente, sino al desarrollo de programas sometidos a acciones recreativas de carácter solidarias, por demás ingenuas. Proyectos insustanciales aplicados hasta la saciedad y sin el menor signo cualitativo que contribuya a los cambios perceptivos y procesos aprehensivos del público, la cual es finalmente la esencia del arte y el compromiso de todos los sectores comprometidos con la cultura.

La inconsistencia de las políticas culturales y el quiebre de valores en las instituciones encargadas de la promoción y difusión del arte y la cultura en el país, permitió a los artistas independientes, valerse de medios alternativos –informales, transgresores, intervenciones, etc.- para mostrar públicamente como ellos conciben el arte. La posición independiente encuentra su antítesis discursiva, justamente al oponerse a esa forma equivoca de promocionar la cultura en nuestro medio, que no solamente merece su renuncia, sino, que los obliga a exhibirse como actores y/o accionistas competitivos, con el propósito de cualificar, la esencia creativa de sus propuestas.

Los artistas independientes se encuentran en una constante actividad productiva y no muestran ninguna señal disociada de la realidad concreta, pese a los obstáculos u obstrucciones por superar.

Pero el camino de la independencia plástica va mas allá de los aspectos sociales y político culturales. Existe también en ellos la necesidad de diferenciarse de los demás. Las demandas subjetivas concernientes de sobremanera a la mayoría de los artistas, -sea cual fuere la posición ideológica que defiendan-, es una lucha de reconocimiento, justificado en la defensa de una línea de trabajo, sustentada en factores técnicos y estéticos que vienen descubriéndose a lo largo de su actividad profesional. Esta conducta es muy común sobre todo en artistas que no han encontrado aun un “estilo” propio que defina sus propósitos, muchas veces esta deuda personal los ha obligado a permanecer dentro de un pequeño circuito local o provincial.

El anhelo por enfocarse en la creación y formación de un lenguaje propio, por lo menos en la parte técnica es bastante alentador. Sin embargo, existen otros factores que ponen a prueba sus razones ideológicas e intelectivas. Factores de orden subjetivo y dificultades de orden familiar, asociados a la insuficiencia económica, los obligan a optar y desempeñarse en oficios complementarios a la actividad plástica -docencia de arte, empleo en alguna ONG, etc.- poniendo a prueba su talento y conllevándolos a la renuncia del oficio artístico y a repentinas pruebas de arrepentimiento.

La actividad de las artes plásticas en el país es bastante desafiante, las limitaciones como se ha podido sostener no solo conciernen al orden subjetivo, sin embargo podemos creer con total seguridad, que la inexistencia de carácter en el profesional plástico, sumado de la insuficiente imaginación y ausencia recursos intelectivos, es la razón intrínseca de su fracaso.

En ese sentido conservarse como artista independiente en nuestro medio no será una labor fácil, por que no basta con tener el talento y la libertad creativa, sin embargo contar con un discurso alternativo claro, que responda a una política propia y una inteligencia capaz de afrontar las conductas y los mecanismos estéticos que van formándose como resultado de la sinergia social, pueden contribuir en la modificación de su propuesta, así como en el descubrimiento de nuevos canales estéticos, pero esa búsqueda debe circunscribirse a su libertad creativa por mas transgresor que esta parezca.

No se puede seguir insistiendo en divulgar un arte kitch, colmado de nostalgia o alguna otra vanidad de orden seudo tradicional o cuasi moderno, con el solo propósito de “conservar lo nuestro”, tampoco es ético adherirse a un grupo de incomprendidos, que intentar descubrir teorías absurdas a partir de una pintura de caballete. Por razones de salud mental creemos que el artista independiente de hoy, en el Perú, debe de renunciar rotundamente a semejantes vulgaridades.