En su paso por la ciudad de Andahuaylas el artista tuvo la ocasión de efectuar un performance al inmiscuirse en el pasacalle, el día viernes 20 de marzo, fecha de inauguración del VII Encuentro del Carnaval Originario Campesino - Pukllay, el artista se integro a una comparsa de la agrupación de Lliupapuquio. Una comunidad que esta asentada entre las colinas altas del distrito de San Jerónimo, poblado cercano a la ciudad de Andahuaylas.
Cogido de una tinya, vestido de una chaqueta de bayeta, ojotas y un cuero de zorrino colocado en la cabeza y como fuera un tótem, el artista salio a brincar a la catártica fiesta, en medio de un emotivo publico que lo observaba con cierta perplejidad, admiración y desconcierto.
El artista se sumo a la comparsa campesina con un propósito personal evidentemente narcisista, personificarse con el añas. Se sabe que estos campesinos de Lliupapuquio consideran al zorrino como una de las principales figuras en su indumentaria. La acción fue importante para el artista no solo por el interés que tiene respecto a su investigación sobre al añas y la cultura Chanca. Adentrarse en la acción era evidenciar la energía que conmueve a esos personajes autóctonos.
La presentación del video arte “La Venganza del Añas” y la acción performática, no fueron hechos de una improvisada intervención. Todo esto fue previamente planificado por el artista. El protagonista considera esta acción como un signo de prueba o un anuncio. Convencido de estar seguro en poder calar profundamente en la estructura mental del público.
No obstante hay que considerar que el proyecto de arte fue consagrado como la mejor prueba de una necesidad integrista y reivindicativista cultural, que pueden curar vejámenes de desintegración y fragmentación políticas, que la sociedad apurimeña viene experimentando a través de la historia; un desafío narcisista que corre el artista como una reacción hacia la mala conducta de los “gobernantes”; asume que mediante el lenguaje incursivo y mediático se puede acelerar los cambios de conducta en una sociedad cualquiera.
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Considerando además que la desmitificación y la mitificación al final de cuentas son discursos paralelos muy prácticos en la vida del común contemporáneo; una necesidad irrenunciablemente voluntario.
El artista cualifica la acción como un simulacro, un hecho sorpresivo y circunstancial, signo de prueba de algo fuerte que se aviene, ¿juegos amorales, sublimada de metáforas intraducibles?, no lo sabemos aun, pero estamos convencidos que los futuros encuentros con el artista será de gran interés profesional.
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